lunes, 15 de marzo de 2010

El circo tiene 5,000 años de existencia.

Los cinco mil años de existencia del circo son una razón más para insistir sobre su declaratoria de Patrimonio Cultural intangible de la Humanidad.
En China se han encontrado vestigios arqueológicos que registran la práctica de actividad acrobática y de equilibrismo circense paralela a la formación marcial para la guerra,  por tanto se reconoce a  Wuqiao como la ciudad que da origen  a las artes  circenses chinas.
Esta población se convierte en el centro mundial del circo cada dos años con su festival. Más que un festival es una Olimpiada por la abundancia en el número de participantes y de disciplinas que ahí se exhiben.
El año pasado, en noviembre se llevó a cabo el  12 Festival de Circo de Wuqiao, China, con la presencia de 22 países  como Korea, China, Estados Unidos, Canadá, Francia, Colombia, México, Cuba, Mongolia,  Letonia, Tai Pei, demostrando así el carácter universal del circo.
Cabe señalar que en otros festivales de renombre como el de Albacete o Montecarlo, la participación de los artistas apenas suma unas 70 personas. En Wuqiao cada dos años se presentan 278 artistas de circo para ser calificadas en 32 disciplinas circenses.
Los artistas despiertan el asombro por la habilidad en las ejecuciones y donde se puede apreciar las facilidades que la genética característica de cada región aporta a la ejecución de determinados ejercicios, vestidos con el colorido y la expresión cultural reflejada en la presentación de las ejecuciones de cada país.
El León dorado, máximo galardón del festival lo alcanzó el año pasado  la Troupé Nacional Acrobática de China con ejercicios en aros, otro León dorado fue para Korea por su desempeño en un complicado ejercicio de trapecio y malabares.
El maestro Julio Revolledo, reconocido historiador de circo, presentó  a Ovalery con un número de acrobacia en báscula que le mereció el León de Plata, y el trio Rialcris de Colombia  llevó dos actos con los que ganaron el León de Bronce.
Mil escuelas de circo preparan desde los cinco años de edad a los futuros artistas circenses chinos. Esta tradición arraigada, desde infinidad de generaciones otorga tal flexibilidad y destreza a los ejecutantes que provocan el asombro de los espectadores.