Sandy Sandía del Frutero obtuvo el primer lugar en el Festival Internacional de Payasos, celebrado en diciembre pasado en la ciudad de México, bajo la carpa Fuentes Gasca. La presea correspondiente fue entregada a Sandra Martínez López, por el actor peruano Ernesto Pimentel Yesquén, conocido en el mundo artístico como La Chola Chabuca.
Sandra Martínez es ingeniera en mecatrónica
por el Instituto Tecnológico de México y egresada de la Licenciatura en Artes
Escénicas y Circenses Contemporáneas en la Universidad Mesoamericana de Puebla.
Hasta este momento las pistas del
circo tradicional no habían dado un sitio al trabajo de la mujer en el arte del
payaso como protagonista, este es el valor del triunfo de Sandy Sandía, tanto
por el género femenino como por ser artista de circo forjada en el conocimiento empírico de la práctica y pefeccionado desde la academia.
Nosotros los jóvenes no hemos
dejado una huella en el arte del payaso, reconoce. Ahora el circo tradicional está
desprovisto de animales, que era un atractivo principal, sólo quedan los
payasos como una atracción que gusta a chicos y grandes.
Me encantaría que los payasos no
olvidáramos que nuestra función principal es hacer reír. La risa tiene un valor
central en estos tiempos de tanta ansiedad y tanta crisis, los payasos somos
muy necesarios para olvidar el cáncer o la pandemia -dice-; no hay fórmula,
nosotros nos reímos de la vida, las circunstancias, y enseñamos a los demás a
reírse de sí mismos, los latinos siempre vamos a reír de nuestras desgracias.
¿Qué les hace falta a los payasos?
– se pregunta-: humanidad.
Nosotros los jóvenes no hemos
dejado una huella, por ejemplo, hemos querido ser malabaristas o tener otras
habilidades que se logran con la disciplina, pero no hemos dejado marca, no
somos memorables, como los payados de otro tiempo, no tenemos tantos libros de
payaso y la rutina se ha convertido en algo metódico, muy técnico, nos quedamos
en un clown, pero hemos perdido la gracia. No hemos modificado las rutinas, no
vamos avanzar con eso, asegura Sandy.
La creatividad del payaso no sólo
hacía reír sino llorar. Es la parte más sensible la que lo acerca al ser
humano. Las experiencias me han transformado: hay que aceptar los errores,
meterlos y transformarlos en el escenario. Hay una competencia muy fuerte con
la tecnología, porque ahora el humor está al alcance de un click, incluso los
niños pueden entrar a YouTube y encontrar el humor que prefieran dentro y fuera
de las caricaturas.
La vida de Sandy Sandía
Sandy Sandía, triunfadora del
Primer Festival Internacional de Circo, sube un peldaño más del éxito, pues ya
había obtenido previamente el tercer lugar en el Primer Festival Universitario
de Circo en 2016, en la segunda edición en 2017 le fue entregado el premio de
la Popularidad, donde se presentó con un número de Hula Hoop y malabares.
Sandra Martínez López se inició en el mundo artístico con
el nombre de Moñito, con apenas 3 años de edad, al lado de su madre, la payasa Maraquita,
quien era experta en globoflexia y los shows de fiestas infantiles.
Ahora la historia se repitió:
Sandy Sandía hizo reír al público incansablemente, cuando su bebé de 3 años se
negó a ser parte de su número de equilibrio, ante lo que comentó: “es que la
última vez que lo hice la tiré, por eso ya no quiere participar”.
“Mi primera presentación sola fue
a los 17 años en una fiesta infantil -recuerda Sandy-, yo había memorizado la
rutina de Maraquita y en vez de una hora, todo lo hice en 20 minutos, por lo
que tuve que improvisar juegos, inventar historias, y desde ahí supe que esto
era para mí una vocación”.
Me gustan el equilibrio y los
actos aéreos, pero cuando empecé a jugar malabares me di cuenta de que eso era
lo que yo amaba. En 2013 empecé a estudiar la Licenciatura en Artes Circenses,
eso me abrió posibilidades más amplias que un payaso común: desarrollé escalera
libre, hula hoop, malabares, aro aéreo, pulsadas y contorsión
multidisciplinaria.
Ser payasa significó pasar por
encima de las expectativas de mi familia, ellos querían un doctor, un
ingeniero, un profesionista, y yo nunca quise, fuí muy rebelde. Aún para muchas
personas ver a una mujer desempeñarse en la comicidad como payaso lo equiparan
con algo denigrante. He escuchado muchos desprecios. Aun se vive un ambiente
discriminatorio para la mujer que desarrolla el arte del payaso
Mi madre me exigió que estudiara
una carrera, estudié mecatrónica en el
Instituto Tecnológico, en la ciudad de México, lo cierto es que no era tan
buena en las Matemáticas como para hacer reír a las personas, por eso una vez
cubierto el requisito busqué una escuela que me ayudara a desarrollarme
profesionalmente.
El payaso Garabato de La Pandilla
y la inteligencia de mi madre para envolver las palabras correctas en un chiste
a lo largo de los 33 años de vida profesional, fueron la influencia en mi
sentido y construcción del humor. El recuerdo que me acompaña es como mi madre
disfrutaba el acercarse a la gente y cómo ellos apreciaban que los hiciera
reír.
Asimismo, me formaron las
enseñanzas de los maestros Gustavo Bells y el Vicente López, ellos siempre me
dijeron que se podía más, que siempre se puede. El maestro Vicente, en
particular, tras reconocer mis habilidades en la comicidad me dijo: “eres simpática,
no pierdas la complicidad contigo misma, y ese buen humor que compartes con los
demás”.
Desde 2016 recorrí desde ciudad
Juárez hasta Guatemala, impartiendo talleres y shows, me presenté en la Guelaguetza, departí con Edmundo
Miller y otros comediantes de renombre, he estado en festivales en Cancún. Después
paré un poco mi carrera artística, formé una familia, regresé a las fiestas
infantiles, puse un negocio de sublimación.
Ahora en el 2022 la participación
en el Festival Internacional de Circo fue para mi muy importante, porque en ese
escenario se reunieron Lolito Junior, Bozo, a Paty Patines, Los destrampados, Smack,
Cholin, Cocoy, Toilin, Los rusos Ivanov, y una constelación completa de estrellas del humor.
Mi esposo me animó a asistir, fue
muy rigurosa la selección primero se envió un video, luego tuve que hacer
casting, entonces entré en crisis, me enfermé, ya no quería participar, aún
tengo un nudo en la garganta por haber sido la única mujer finalista entre los
individuales. Todos los participantes fueron muy buenos con su trabajo.
En realidad, yo no tenía en mente
ganar, sólo quería, como siempre lo he hecho, que el público se divierta
-comenta Sandy-, la historia mía con mi madre se repitió ahora con mi hija,
pues nadie podía cuidarla, pero verla conmigo en el escenario fue lo mejor del
mundo, llenó mi vida. Sé el valor que
tiene hacer lo que a uno le gusta, porque tarde o temprano va a llegar la
oportunidad.
Para mi -dice Sandra- el festival internacinal es una puerta para llegar a ser una payasa en la pista de un circo tradicional; no lo he hecho... las mujeres no habían llegado a ser reconocidas como un payaso profesional. Un empresario de Argentina me dijo que le había impresionado mi trabajo, eso me da idea de que esstoy haciendo las cosas bien. "Quiero llegar a ser esa payasa que hace falta", concluye.